¿Qué es la trama de una novela?
Si llevas ya algún tiempo practicando tu escritura o eres un lector habitual, seguramente hayas oído este término. La trama es el tejido de tu novela. Habitualmente, cuando hablamos de la trama, nos centramos en la acción de los personajes, quizá porque es el elemento donde la trama se manifiesta de forma más evidente, pero lo cierto es que la trama se refiere a cómo interaccionan entre sí todos los ingredientes de la novela.
Solemos utilizar historia y trama como si fueran sinónimos, pero en Narratología son términos que se oponen. La historia (o fábula) es el material del que parte la novela; los hechos del argumento presentados de forma cronológica o causal, como supuestamente sucedieron.
En cambio, la trama (o intriga) , en Narratología, se refiere a la composición artística, al tratamiento que recibe la fábula (la historia) a manos del escritor para convertirla en novela. El autor, intencionalmente, modifica los hechos dándoles una forma artística para provocar un determinado efecto (significado o emoción) en el lector. La trama no está sujeta a la cronología real del argumento. Así, la trama de una novela puede empezar por la mitad de los hechos (comienzo in media res), y utilizar flashbacks y anticipaciones; puede concentrar una acción en el tiempo (o eliminarla con una elipsis) o expandirla más allá de su duración lógica (la famosa magdalena de Proust). La trama es el tejido particular de una determinada novela: es por eso que una misma fábula o argumento puede dar lugar a diferentes tramas.
Esta distinción entre historia y trama, aunque se remonta a la Poética de Aristóteles, fue asumida y promovida sobre todo a partir de los formalistas rusos (B. Tomachevski, V. Sklovski). Posteriormente, la crítica anglosajona comenzó a distinguir ambos conceptos como story y plot.

El rey murió y después murió la reina, es una historia.
El rey murió y después murió la reina a causa de la pena, es la trama.
E. M. FOSTER
Vale, muy bien. Pero ¿qué es en la práctica la trama? ¿Qué debo tener en cuenta a la hora de ponerme a escribir mi novela?
La trama es el diseño de tu novela, cuando todos los elementos implicados (argumento, personajes, tema, tiempo, espacio…) se interconectan de forma lógica y necesaria para lograr un significado unitario.
Cuando digo «necesaria» me refiero a que en la novela no debería haber nada superfluo. Cada personaje, cada escena, cada diálogo, cada descripción, cada acontecimiento… debe tener una fuerte razón de ser.
Los principios de composición de la trama
La composición narrativa se rige fundamentalmente por los principios de economía, selección y jerarquización.
Piensa que tu novela no es un registro fiel de todos y cada uno de los acontecimientos vividos por tu personaje desde su nacimiento hasta su muerte. O no debería serlo: imagina la longitud de esa novela y el aburrimiento del lector que se enfrentase a ella. Al contrario: la conversión de la historia de ese personaje en la trama de la novela requiere una selección minuciosa y significativa de los hechos relevantes para el tipo de historia que quieres contar.
Esta transformación de la historia en trama narrativa tiene el propósito de transmitir una visión del mundo específica y de provocar en el lector una emoción concreta. Para ello, se requiere llevar a cabo varias acciones:
- Selección del material: determinar qué elementos vamos a necesitar para nuestra trama. ¿Qué sucesos del argumento son los más relevantes e interesantes? ¿Qué personajes han de intervenir?
- Transformación de ese material: decidir cómo vamos a presentar el material seleccionado. ¿Cómo podemos mostrar al lector la historia de una forma atractiva y eficaz? ¿Qué tipo de narrador elegiremos? ¿Cómo contaremos los hechos?
- Jerarquización: disponer los elementos de la manera más adecuada para lograr el efecto que queremos conseguir. ¿Qué motivos y acciones son más relevantes y cuáles secundarios?
La transformación de la historia en trama supone un cambio no solo cuantitativo sino sobre todo cualitativo. En la práctica, la figura del narrador que elijas para tu novela desempeñará un papel fundamental en este proceso de conversión de la historia en trama, pues será su relato el fruto de esa operación, y su punto de vista será decisivo a la hora de la selección, jerarquización y transformación del material. La perspectiva del narrador solo seleccionará, siguiendo el principio de economía, aquellos hechos realmente relevantes para su foco, y destacará aquellos más importantes sobre los secundarios, siguiendo el principio de jerarquía.
Si bien la composición de cada trama es única, se pueden observar ciertos elementos (temas, funciones, motivos, conexiones, secuencias narrativas…) constantes en la novela que nos han permitido trazar en algunos casos un patrón compositivo dentro de la lógica interna del relato. Esta repetición de elementos es, por ejemplo, lo que nos posibilita hablar de diferentes géneros literarios, en los que podemos clasificar novelas que comparten una misma estructura y contenidos similares: por ejemplo, en las novelas de detectives siempre hay un crimen que resolver siguiendo una serie de indicios o en las novelas de aventuras el héroe suele embarcarse en algún tipo de búsqueda.
La composición de la trama en el fondo busca, como ves, establecer un determinado orden en el relato que sea capaz de unir de forma lógica y significativa todos los componentes de la novela. Este orden es lo que llamamos también la estructura de la trama, estructura narrativa o estructura dramática.
Por qué tu novela necesita una estructura
Imagina que estás leyendo las últimas páginas de una novela, cuando el héroe ya ha vencido a su antagonista en la batalla final, y de pronto aparecen dos nuevos personajes totalmente desconocidos. Encima, esos personajes que no sabemos de dónde han salido ni qué pintan ahí ahora empiezan a interactuar entre ellos, a dialogar sobre algún tema que no tiene que ver con nada de lo leído hasta el momento o inician acciones nuevas que nada tienen que ver con la historia de nuestro héroe principal, que debería de estar a punto de finalizar.
Hasta un niño pequeño se quedaría algo sorprendido por este extraño giro de los acontecimientos, ¿no crees?
Esto es así porque la novela responde a una estructura con cierta tradición. Estamos acostumbrados a esta estructura y por ello generamos ciertas expectativas que como lectores y espectadores esperamos ver satisfechas.
Es como si un emisor y un receptor de una misma cultura compartieran un mismo esquema narrativo mental. Estudiosos como W. Kintsch y T. A. Van Dijk hablaban de una competencia narrativa compartida entre el escritor y el lector de un mismo contexto cultural. Ese esquema narrativo mental compartido por los hablantes facilitaría la interpretación y el reordenamiento de los materiales de la trama.
Tú como escritor debes ser muy consciente de esas expectativas y conocer a fondo las estructuras más habituales del género o la tradición literaria en la que encaja la novela que estás escribiendo.
La estructura nos es útil porque transforma la historia que tienes en tu cabeza en un mensaje narrativo claro del que los lectores pueden participar. La estructura dramática es el esqueleto de la novela, la arquitectura de la novela. Y como toda arquitectura sigue unas reglas básicas que todo autor debe conocer, tanto si quiere seguirlas como si quiere romperlas para experimentar con ellas.

Entonces: ¿cómo debo estructurar la trama de mi novela?
La estructura paradigmática más conocida en nuestra cultura occidental es la estructura de tres actos, tomada de la tradición teatral griega y definida por Aristóteles. Esta estructura consta de tres partes (que llamamos «actos», por influjo del teatro griego) bien definidas y diferenciadas:
1. PRIMER ACTO: Planteamiento o presentación. Es la parte inicial donde se introducen los personajes, el escenario, la situación de partida, el tema y el conflicto.
2. SEGUNDO ACTO: Nudo o confrontación. Es la parte intermedia, donde vemos a los personajes actuar siguiendo sus motivaciones para alcanzar determinado objetivo.
3. TERCER ACTO: Desenlace o resolución. Es la parte final donde se producen las consecuencias de las acciones de los personajes y se llega a la situación de destino.
Esta estructura tan aparentemente sencilla es la base de la mayoría de novelas y guiones modernos. Es una estructura que nos parece natural y que se puede adaptar a la mayoría de tramas que puedan ocurrírsenos.
Existen otro tipo de estructuras como la pirámide de Freytag, que divide la trama en cinco partes, o la estructura en siete puntos, que se ha popularizado en los últimos años. Sin embargo, incluso estas, toman como punto de partida la estructura en tres actos aristotélica o bien se basan de alguna forma en ella.
Los tópicos y los géneros narrativos son tus aliados
Otro punto importante a la hora de componer la trama de nuestra novela es conocer el género narrativo al que pertenece.
Cada subgénero narrativo tiene asociados una serie de patrones convencionales que solemos encontrar en las obras inscritas bajo esa categoría. Son estructuras y motivos que se han repetido por su efectividad hasta convertirse en tópicos (o tropos) asociados al género.
Las convenciones del género nos proponen una guía de actuación bastante útil porque sobre todo tiene en cuenta el target, es decir, el tipo de público al que va dirigido. Por ejemplo, los lectores de fantasía buscan dentro de este tipo de obras una serie de tropos que satisfagan su preferencia por ese género, como pueden ser los sistemas de magia o los universos no ordinarios. Los lectores de romántica buscan finales felices para los protagonistas, y los lectores de novela policiaca esperan encontrar el análisis de pistas como una parte importante de la trama.
No hay nada de malo en repetir los tópicos asociados al género de la novela que estamos escribiendo, sino más bien al contrario: son precisamente esos elementos repetidos los que dan un sentido de unidad al género. El lector, cuando escoge una novela de determinado género, espera encontrarse una serie de tópicos en ella, tanto en lo referido a la trama como a los personajes, escenarios, temas…
Sí, ya sé que el término «tópico» tiene una fuerte connotación negativa, pero en realidad, los tópicos nos son muy útiles. Solo cuando este tópico es repetido hasta la saciedad de tal forma que deja de resultar satisfactorio al lector decimos que es un cliché. El cliché es un tropo que con el tiempo y su abuso ha perdido su brillo, y son denostados en literatura por esa búsqueda de novedad que capta nuestra atención.
Por ejemplo, si estamos escribiendo una novela policiaca, un tópico necesario para el desarrollo es que haya un investigador competente dispuesto a resolver el crimen. Un cliché podría ser que el protagonista sea un detective con un pasado turbio, divorciado, con problemas con la bebida e incapaz de confiar en nadie.
Cada género y subgénero genera unas expectativas en los lectores que tenemos que conocer y tener en cuenta a la hora de componer nuestra historia. Tanto si nuestra intención es satisfacerlas como subvertirlas.

Fórmulas o arquetipos de trama
No hay una fórmula mágica para crear una novela magistral, al igual que no hay una fórmula mágica para nada en la vida.
Pero sí existen diversas fórmulas en narrativa que han sido frecuentemente utilizadas porque funcionan.
Los arquetipos de trama no son estereotipos, sino modelos probados que nos sirven para configurar nuestra historia. Cuando hablamos de arquetipos nos referimos a estructuras básicas universales que facilitan la comunicación y la representación en cualquier contexto. C. G. Jung utilizó este concepto de Platón para definir una serie de motivos, comportamientos, aspiraciones… prototípicos de la humanidad, compartidos por todos en un incosciente colectivo.
Las fórmulas son patrones flexibles que normalmente podemos adaptar a nuestra premisa, y son nuestros aliados a la hora de organizar las ideas y atar cabos sueltos. Nos sirven para mantener enfocado nuestro impulso creativo y no perdernos en el laberinto de nuestra imaginación.
Al igual que sucede con los géneros narrativos, estos modelos de trama se forman a través de una serie de tropos, funciones y motivos que se repiten en obras del mismo tipo conformando una tradición que lo que hace es situar las expectativas del lector en cierta dirección. A diferencia de los tópicos asociados al género narrativo, estos arquetipos de trama pueden encontrarse en novelas de diferentes géneros.
Durante el último siglo, en parte gracias a la influencia del cine, se han desarrollado diversos patrones en torno a los que podemos organizar la trama de nuestra novela.
Por ejemplo, Christopher Booker clasifica todas las historias en siete tipos de tramas:
1. Vencer al monstruo: el héroe se enfrenta a una fuerza antagonista que amenaza su mundo. Este sería el arquetipo de trama que siguen obras como la Ilíada, Drácula, El resplandor, y películas como Jungla de cristal, Parque Jurásico, Alien…
2. De la pobreza a la riqueza: el héroe sale de la pobreza y consigue el éxito. Esta es la historia de Cenicienta, David Copperfield, Aladdin…
3. La búsqueda: el héroe debe emprender un largo viaje para encontrar un tesoro o algo de gran valor que está escondido. Es la historia de la Odisea, La isla del tesoro…
4. Viaje y regreso: el héroe emprende una aventura, normalmente en una tierra extraña, y aprende y descubre nuevas cosas. Es el modelo de Alicia en el país de las maravillas, El mago de Oz, Los viajes de Gulliver, Las crónicas de Narnia…
5. Comedia: este modelo comprende un amplio abanico de tramas. Suele basarse en el malentendido y culmina con una verdad oculta que por fin sale a la luz y permite un final optimista. Mucho ruido y pocas nueces, El diario de Bidget Jones…
6. Tragedia: aquí Booker incluye todas las tramas que concluyen de forma trágica a causa de los defectos o errores del héroe. Romeo y Julieta, Edipo…
7. Renacimiento: son las historias de cambio y transformación. Por ejemplo Cuento de Navidad, Blancanieves…
Según Booker, una novela puede presentar uno de estos arquetipos o bien una combinación de varios de ellos.
Uno de los patrones más conocidos en Narratología es «El viaje del héroe», que ha funcionado de forma excepcional en nuestra cultura occidental y que puede amoldarse a infinidad de géneros y temáticas. Esta estructura se basa en el llamado Monomito, del antropólogo Joseph Campbell, que el guionista Christopher Vogler recogió y adaptó de forma práctica en su libro El viaje del escritor.

Sentido del progreso
Al final, todas estas estructuras y fórmulas lo que tienen en común es un claro sentido del movimiento. La trama no puede ser algo estático, sino que siempre debe dar la impresión de que avanza hacia a algún sitio. Nada motiva más que sentir que estás progresando hacia una meta, y en la lectura sucede lo mismo: cada vez que el lector siente que ha superado un «hito» de la trama y que está más cerca de un final siente satisfacción.
Muchos autores han descrito este mecanismo de formas diversas, usando terminología diferente, pero, si te fijas, la esencia siempre es la misma. La trama lleva a tus personajes desde el punto A hasta el punto B de una manera que se vea lógica y llena de causalidad. Los acontecimientos narrativos se conectan entre sí (normalmente por la ley de causa y efecto) creando la sensación de progreso. El avance de la trama se consigue a través de los cambios que experimentan los personajes gracias fundamentalmente al conflicto. Esa mecánica interna de la trama (acción-reacción, causa-efecto, decisión-consecuencias, promesa-cumplimiento, interrogante-explicación) produce en quien la lee una percepción de movimiento, cambio o transformación de los personajes.
De la sensación de rapidez o lentitud con la que el lector perciba que avanza la trama dependerá el ritmo narrativo.

Cómo organizar la trama de tu novela
Para aplicar a tu novela todo esto que hemos visto sobre la trama puedes empezar valiéndote de nuestra guía rápida para organizar tu idea en tres sencillos pasos. La puedes descargar de forma gratuita aquí >> IR A LA ZONA DE DESCARGAS.
Antes de ponerte manos a la obra con el rompecabezas que en muchas ocasiones supone crear una trama sólida para tu novela, lo más adecuado es que hayas realizado una planificación previa de tu idea, como te aconsejaba en el post sobre los primeros pasos para escribir una novela. Lo puedes leer aquí: ¿Cómo empiezo a escribir una novela?
Una vez hayas desarrollado la premisa de tu novela (ese ¿de qué va?) y conocido a tus personajes, como te proponía, puedes ya comenzar a expandir esa idea y las acciones de tus personajes, a ir poniendo en orden todos los elementos importantes de la trama, y empezar a pensar cómo se conecta todo para que tu novela tenga un sentido unitario. En este paso es útil tener en mente la estructura o fórmula en la que podría encajar tu novela.
Yo te aconsejo que, en principio, apliques la estructura básica en tres actos, de la que hemos hablado.
Otra buena idea es tener claro el género o subgénero narrativo al que pertenece la novela que quieres escribir. ¿Es una comedia romántica? ¿Es un thriller? ¿Es una novela de aventuras? ¿Es una novela fantástica? Si no tienes claro el género, encuentra al menos un par de novelas que hayas leído (o películas) a las que creas que podría parecerse y fíjate en su estructura: ¿qué es lo que tienen en común? ¿Cómo comienza la trama? ¿Qué pasos sigue? ¿Cómo se resuelve todo al final?
Una vez vayas perfilando en tu mente la posible estructura de tu novela, es momento de ir probando que las piezas encajen.
Por ejemplo, imaginemos que quieres escribir una novela romántica. Ya de entrada, para este tipo de género, necesitas al menos dos personajes que protagonicen la historia de amor que quieres contar. Aquí ya empieza la toma de decisiones de la trama: ¿tendrán un final feliz o no? ¿Cómo se conocen? ¿Por qué son perfectos el uno para el otro? Además, debes decidir el obstáculo principal por el que tus dos protagonistas no pueden estar juntos al principio, por ejemplo: diferencia de edad, familias enfrentadas, ser rivales en algún tipo de oficio o competición, la existencia de un tercero en discordia… son algunos de los tópicos específicos del género que puedes barajar para tu trama.
Pero no solo eso, porque normalmente este tipo de historias no trata solo de dos personas que se enamoran, sino que hay otra parte importante a tener en cuenta en la trama, que es la del crecimiento personal de los protagonistas (que tienen algún tipo de defecto, trauma o problema que solucionar). ¿Cuáles podrían ser esos problemas? ¿Cómo les afectan a su relación? ¿Cómo podrían superarlos?
Cada vez que contestes a una de estas preguntas y tomes una decisión sobre la dirección que debe tomar tu historia estás a un paso más de completar el entramado de tu novela. Y un poco más cerca de cumplir tu objetivo de terminar tu primer borrador.
1 comentario en «Cómo construir la trama de una novela»
Excelente!!!