El tono en la novela

El tono es un elemento literario que encontramos también en otras artes, como en la música (la medida del intervalo entre dos sonidos) o en la pintura (tonos calientes y fríos), y también cuando analizamos la prosodia (entonación que utilizamos al hablar). En narrativa, el tono tiene que ver con la escala emocional de la obra.

¿Qué es el tono literario?

La crítica literaria lo define como la actitud que toma un narrador frente a un relato y sus personajes. El tono, por lo tanto, es una característica de la voz narrativa y es un elemento cualitativo, que no se refleja solo en lo que dice el narrador, sino en cómo lo expresa. 

Del tono depende en gran medida la escala emocional de la obra, pues a través de la actitud del narrador se evoca un determinado estado emocional que influye en la lectura, pues el lector se ve al mismo tiempo «atrapado» en esa emoción que el narrador provoca a través de su postura hacia lo narrado.

Digamos que, según lo que quiere transmitir, el narrador «pinta» con una determinada gama de colores su narración y, gracias a ese colorido, el lector es capaz de evocar ese mismo sentimiento o disposición al percibir esa gama cromática.

El tono narrativo no es lo mismo que el estilo, aunque puede verse influido por este. Hay autores que sienten predilección por ciertos tonos, a los que recurren de forma habitual en su producción literaria, aunque en otros casos hay escritores que precisamente juegan con el tono en cada nueva novela. 

El tono también está en relación directa con la ambientación, el tema y el género. Hay tonos o escalas tonales que son habituales en determinados géneros; fíjate en el tono solemne y épico que suele emplearse en las sagas de fantasía, o bien en el tono distendido y cómico dentro de la literatura romántica. Y, por otra parte, en un mismo género, el tono siembra diferencias notables e, incluso, es capaz de dar lugar a nuevos subgéneros: piensa, por ejemplo, en el tono que emplea Terry Pratchett en su Mundodisco, o el tono elegido por Sally Rooney en Gente normal.

Así pues, podemos deducir que una misma historia cambia profundamente la experiencia lectora según el tono empleado.

tono literario

¿Qué tipos de tonos literarios hay?

Al ser una característica de la voz del narrador, se puede describir el tono mediante adjetivos: tono formal, tono informal, irónico, solemne, despreocupado, íntimo, nostálgico, humorístico, sensual, realista, pomposo, directo, reflexivo, pesimista, distante, crítico, infantil, confesional, informativo, grave, jocoso, colérico…

Recuerda que el tono está ligado a la intención de quien lo enuncia y, de ese modo, a la emoción que el narrador experimenta con respecto a lo narrado. No es lo mismo decir: «Ha llegado tu hora» con un tono solemne, que con un tono jocoso, que con un tono sensual.

Además, puede ser que exista un tono más o menos único que atraviese toda la novela, pero lo más habitual es que  convivan diferentes tonos dentro de una misma obra, por ejemplo para cada punto de vista o tipo de escena (romántica, acción). Por eso hablamos de «escala tonal». Como en una sinfonía, el narrador suele ir alternando entre diferentes tonos, aunque siempre suele haber una o dos tonalidades que destacan por encima de las demás en el conjunto de la obra y, el resto, están en armonía y consonancia con ellas.

Cómo se construye el tono narrativo

El tono es un elemento que suele pasar desapercibido al lector (no «se nota»), pero que opera a un nivel muy profundo. Podemos decir que el tono fluye por la epidermis de la obra y «empapa» el resto de elementos literarios. Además, el tono establece una conexión emocional con el lector. 

Es difícil (por no decir imposible) dar unas pautas claras y precisas sobre cómo construir un tono narrativo adecuado para nuestra novela. Lo más importante es tener claro que el tono tiene mucho que ver con la visión del mundo del narrador y el punto de vista que adopta al contar la historia o al narrar determinados pasajes de la historia. Por eso, debe estar equilibrado a lo largo de toda tu novela y debe mantener una coherencia para evitar que haya una ruptura del pacto de ficción.

En la creación del tono influyen:

  • La elección de las palabras. Según el tono que queramos imponer, seleccionaremos las palabras adecuadas que sintonicen con ese tono. En la selección de las palabras tendremos en cuenta no solo la precisión en el significado de cada término, sino aspectos como la connotación de las palabras, su sonoridad, si pertenecen a un léxico culto o popular, etc.
  • La sintaxis y, en especial, la extensión de las frases, un aspecto que tiene también mucho que ver con el ritmo.
  • La creación de imágenes, y el uso de metáforas, símiles y otros recursos retóricos.
  • La sonoridad, musicalidad, dicción y ritmo del discurso. Más allá del significado, del contenido del texto, el tono tiene mucho que ver con la prosodia,  es decir, con la melodía del relato.
  • El contexto y el subtexto. A veces para el tono es más importante lo que no se dice, lo que se intuye o se sugiere.

El tono narrativo y el narrador en primera persona

Como decíamos, el tono está íntimamente ligado a la visión del mundo de tu narrador y a su motivación al contar los hechos, y esta idea es especialmente importante en las novelas que utilizan un narrador personaje.

Primero, porque el tono, como hemos visto, define la actitud del narrador hacia lo que cuenta, y esto implica que el tono es otro aspecto más de la caracterización del personaje que hace la función de narrador. A través de esa melodía es capaz de desvelar o reforzar aspectos determinados de su personalidad.

Segundo, porque la voz del narrador es la puerta de entrada del lector al mundo de ficción que hemos creado. Y en los relatos en primera persona es especialmente importante que el lector conecte a nivel emocional con la voz narrativa. Nuestro objetivo es dar con un tono adecuado, que consiga seducir al lector de tal forma que no pueda resistirse, como las ratas a la música del flautista de Hamelín. La intención última del tono es provocar en el lector un determinado estado emocional.

tono literario

Ejemplos de tono literario

Para analizar el tono literario y sus matices en nuestra novela o en cualquier otra, la pregunta inicial sería: ¿qué emoción me produce este pasaje y por qué?

El tono evoca un sentimiento en quien lo percibe, quizá por todo ese rollo de las neuronas espejo, y esa es la estrategia que utiliza la voz narrativa. Por eso, el segundo paso sería preguntarse: ¿cuál es la intención del narrador? ¿Cómo se siente con respecto a lo que está contando?

El tono de El guardián entre el centeno

“Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiera aquí a hablarles de su vida privada. Para esas cosas son muy especiales, sobre todo mi padre. Son buena gente, no digo que no, pero a quisquillosos no hay quien les gane. Además, no crean que voy a contarles mi autobiografía con pelos y señales. Solo voy a hablarles de una cosa de locos que me pasó durante las Navidades pasadas, antes de que me quedara tan débil que tuvieran que mandarme aquí a reponerme un poco.”

El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger

Fijémonos en la elección del vocabulario y las expresiones: «ese rollo», «demás puñetas», «no tengo ganas», «es una lata», «les daría un ataque», «buena gente», «con pelos y señales»… ¿Qué tipo de persona nos está hablando? ¿Qué actitud podemos suponer en la persona que nos habla? 

Este libro de Salinger es uno de los ejemplos clásicos de tono adolescente: rebelde, de vuelta de todo y un poco insoportable. 

La actitud de Holden parece que deja claro que no va a irse por las ramas, sino que quiere ir al grano y contarnos aquello que le interesa: «esa cosa de locos» que le sucedió. Su tono indica que parece que quiere quitarle importancia a lo sucedido: «Solo» va a hablarnos de algo que le pasó, como si fuera una anécdota trivial. No quiere profundizar en la «vida privada» de su familia, ni en su infancia ni nada de nada. 

Ahora bien, de la misma forma, su tono deja entrever que en realidad esa despreocupación es una mera fachada. Es decir, que lo que le sucedió le afectó profundamente, pero no quiere o no puede abordarlo directamente. Ni siquiera es capaz de precisar las consecuencias y alude a ello con eufemismos: le dejó «tan débil» que tuvieron que mandarle «aquí a reponerme un poco».

El tono en El secreto

“¿Existe, fuera de la literatura, ese «defecto fatal», esa hendidura aparatosa y oscura que marca tu vida? Antes creía que no. Ahora creo que sí. Y creo que el mío es éste: un deseo enfermizo de lo pintoresco, a cualquier precio.

  À moi. L’histoire d’une de mes folies.

  Me llamo Richard Papen. Tengo veintiséis años y hasta los diecinueve nunca había estado en Nueva Inglaterra ni en el Hampden College. Soy californiano de nacimiento y, como he descubierto recientemente, también de naturaleza. Esto último es algo que reconozco sólo ahora, a posteriori. No es que importe.”

El secreto, de Donna Tartt

Como contraste a la (pretendida) franqueza del tono empleado por Holden, este pasaje de Richard Papen recurre a la teatralidad y a lo ostentoso. Ya la cita de Rimbaud (de Una temporada en el infierno), poeta maldito del simbolismo francés, nos dice mucho de la cultura y la personalidad, un tanto pedante, del narrador. También el que la haya conservado en el francés original, sin traducir.

La elección de abrir el discurso con una pregunta que, a todas luces parece retórica, ya establece un tono poético-literario. El ritmo rápido de algunas frases aporta contundencia en las afirmaciones, y subraya esa musicalidad propia de las declamaciones en las obras de teatro. Fijémonos en la elección de palabras de Richard: «hendidura aparatosa y oscura», «deseo enfermizo de lo pintoresco». Es evidente que la estética es importante para este narrador, incluso tanto o más que el contenido. Pero es una estética un tanto siniestra y devastadora, como la de los poetas malditos a los que alude al haber citado a Rimbaud. Las referencias a la literatura, al «defecto fatal» del héroe, y la forma de presentarse refuerzan su posición de impostura y, al mismo tiempo, redundan en la idea de malditismo, de destino trágico.

Y si habéis leído el libro de Donna Tartt os podéis figurar cómo se relaciona todo esto con la trama y el final de la novela.

¿Quieres saber más sobre cómo otros escritores emplean el tono en el comienzo de sus novelas? Puedes leer este artículo donde te cuento Cómo escribir el primer capítulo de una novela.

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2 comentarios en «El tono en la novela»

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